El Creole es un yate clásico de 63 metros de eslora construido en 1927 por el astillero escocés Camper & Nicholsons. Diseñado por Charles E. Nicholson, uno de los más grandes diseñadores de yates de su tiempo. Desde su construcción, ha pasado por varias manos y ha navegado por los océanos del mundo.

La historia del Creole es fascinante. Fue encargado por Alexander Smith Cochran, un millonario neoyorquino apasionado por la navegación. Cochran había encargado previamente a Camper & Nicholsons dos yates, el Astor y el Nourmahal, pero quería algo aún más grande y lujoso. Así nació el Creole, un yate de tres mástiles de 54, 42 y 27 metros respectivamente que destacaba por su elegancia y su impresionante tamaño.

Durante sus primeros años, fue el escenario de numerosas fiestas y eventos de la alta sociedad neoyorquina. Sin embargo, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Cochran decidió venderlo para evitar que fuera requisado por el gobierno de Estados Unidos.

El Creole pasó entonces por varias manos. Fue utilizado como barco de investigación, barco escuela y yate privado. En 1978 fue adquirido por un empresario francés, quien lo restauró y lo devolvió a su esplendor original. En 1985 fue vendido a un empresario alemán, quien lo usó para navegar por todo el mundo durante más de dos décadas.

En 2011, fue adquirido por la familia Gucci, que lo restauró y lo convirtió en un yate privado. 

Hoy en día, es uno de los yates privados más impresionantes del mundo. La familia Gucci lo usa para navegar por el Mediterráneo y para participar en regatas clásicas. El yate ha ganado varios premios en regatas de época, gracias a su impresionante aparejo y a la habilidad de su tripulación.

En resumen, el Creole es una joya de la navegación clásica que ha sobrevivido al paso del tiempo gracias a la pasión y el cuidado de sus propietarios.